sábado, 24 de mayo de 2014

Día 9

Martes 8 de octubre

Bien, bien ¿por dónde empiezo? Ah sí.  Lo vaticiné y en realidad pasó, las cosas entre Chase y yo han cambiado. No es un graaaan cambio pero el ambiente entre los dos está menos tenso, si quiera menos tenso que antes, tal vez quité un par de filas a mi barrera hacia él. Ahora tenemos algo que nos une, un secreto hermoso y divertido. ¡Alto! ¡No pienses mal! Lee detenidamente y me comprenderás.
No quise mirarlo mientras desayunábamos, me sentía algo avergonzada por mi actitud de ayer. Pensé que Chase lo dejaría pasar tranquilamente y lo tomaría como una persona madura, pero… ¡es el mismo Chase idiota de siempre! ¡no cambió ni un ápice por recibir mi embarazoso abrazo de oso!.
—¿Ya viste Meg? ¡Lo sabía!
—¿Qué?
—Tarde o temprano caerías rendida ante mí. Fue un poco tarde pero sucedió. Nunca me equivoco.
Sonrió de oreja a oreja complacido.
Clavé mi tenedor con toda mi fuerza contra un bollo. Chase abrió los ojos sorprendido por mi actitud.
—Sólo bromeo Meg, suelta ese tenedor antes de que lastimes a alguien.
No respondí, le clavé una mirada seria mientras lo apuntaba con el tenedor.
—¡Hey! ¡Las señoritas de sociedad no usan utensilios como armas de autodefensa! — me regañó Ian mientras me quitaba el tenedor de las manos.
—Creo que la próxima vez tendremos que darle utensilios de plástico a la pequeña Meg—Agregó Chase entre risas.
No pude soportarlo, me retiré de la mesa dejando a medio comer mi desayuno.
Chase sigue teniendo esa increíble capacidad para molestarme con una mínima acción, pero hoy me siento más propensa, no sé por qué.
Terminado todo ese lío del desayuno recibí un recado telefónico de madame, en el cual me pedía que acompañara a Chase al club deportivo, lo hice de mala gana y para mi suerte tenía prohibido el ingreso al club durante una semana por el molesto inconveniente del reportero. Agradecí para mis adentros y me quedé en el auto de Chase mientras él hacía unas cuantas de sus torpezas en el club.
Traté de entretenerme pero la verdad no pude, olvidé llevar mi libreta o algún libro, Chase no dejó las llaves del auto así que no podía encender el estéreo no me quedó de otra que acurrucarme  como mejor pude en el asiento. Chase dejó olvidada su chaqueta de cuero, la acomodé y la usé como almohada. No sé qué me pasó pero al sentir su perfume me sentí adormecida, tranquila, cómoda. Tanto que me quedé dormida lentamente.
—¿Tanto me extrañaste Meg?
Desperté lenta y pesadamente con la voz de Chase y su rostro a milímetros del mío observándome detenidamente. De inmediato me senté en el asiento mirando al frente para huir de él. Noté que mi corazón latía rápidamente golpeando mis costillas sin piedad, debía ser por el susto.
Chase sonrió a medias, encendió el motor y condujo con dirección a casa lentamente.
    Meg, estás muy callada, ¿Pasa algo?
    No, para nada.
    ¿Es por lo de anoche?
Me ruboricé y desvié la vista por mi lado del auto.
—No es nada.
Chase no preguntó nada más  de pronto frenó en seco.
—¿¡Que sucede!?— pregunté exaltada.
—Esa cosa se metió en el camino.
Estiré mi cuerpo para mirar fuera del parabrisas y mis ojos e encontraron con un hermoso cachorro asustado en medio de la pista.
—¡Cosita!— Abandoné el automóvil en medio de mi trance producido por le tierno cachorro.
—¡Alto Meg! ¿Qué crees que haces? — preguntó Chase a mis espaldas, aprecía molesto.
Me arrodillé para tomar al cachorro entre mis manos, el pequeño Jack Russel se veía amigable.
—¡Meg, no toques esa cosa no sabes donde ha estado!
—¡Tampoco sé dónde estuviste tú, pero igual vivo contigo!
Chase parecía molesto. El pequeño perrito dejó caer su cabecita contra mi pecho y yo estuve a punto de derretirme de tanta ternura.
—Vamos Meg, suelta al perro y volvamos a casa, se hace tarde.
—¡No lo dejaré solo!
—Entonces te quedas. —empezó a caminar con dirección al auto.
—Va, está bien.
—Ya, deja de jugar y sube al auto.
—Los dos, lo tomas o lo dejas.
Se lo pensó por un instante y al fin  respondió de mala gana.
—Suban, pero pobre de ti que dejé un regalo en mi auto.
—No lo hará, ¿verdad  pequeñín?— le pregunté al perrito.
Chase rodó los ojos y subió al auto.
—Te acusarán de robo.
—No, él no tiene ningún collar de identificación.
—Mi madre es alérgica, no podrás ocultar a ese perro por mucho tiempo.
—Bien, pero tú vas a ayudarme.
—¿Yo por qué?
—Por qué lo recogiste de la calle, le diste un hogar, eres ahora su padrino.
Chase se mordió el labio inferior en señal de disgusto, solté una sonora carcajada al verlo tan molesto. Me miró de reojo y sonrió ligeramente.

*/*/*/Al llegar a casa. */*/
Chase, Ian y yo le creamos una casa improvisada a MR. Toffee (nombre que yo le puse a pesar de los reclamos de esos dos) su casita está en el depósito, conseguimos mantas y unos platitos para el agua y la comida sólida.   
Mr Toffee no ha dejado de jugar con Ian y conmigo, Chase se mantenía al margen viéndonos de lejos. Noté que desde que llegamos a casa había evitado tener todo tipo de contacto con el perrito.
—¿También eres alérgico? — pregunté
—No.
—Entonces por qué no lo acaricias un poco.
Le coloqué al señor Toffee en brazos y no le quedó de otra que recibirlo.
Fue extraño sabes, Chase estaba tan serio y de pronto cuando el can le lamió la cara empezó a reír como un niño pequeño. Una  risa sincera y contagiosa, tan pura que decidí involuntariamente atesorarla en mi memoria.

*/*/Por la noche */*/*
La cena transcurría en calma con los tres en la mesa (madame, Chase y yo), en absoluto silencio, haciendo sonar ocasionalmente los utensilios. Cuando de pronto el silencio fue interrumpido por un doloroso llanto…canino.
Madame alzó la mirada y nos inspeccionó con la mirada a Chase y a mi, ambos atacados de los nervios intercambiamos miradas.
—¿Qué es ese sonido?—Preguntó madame a punto de levantarse de la mesa.
—Oh madre, el nuevo ringtone de mi móvil, discúlpame lo olvidé en la cocina—Chase abandonó la mesa y en cuestión de segundos Mr Tofee dejó de llorar.
Terminé mi cena y esperé a que madame se retirara a su habitación para alcanzar a Chase en el depósito. La escena que vi a continuación me robó el corazón.
Chase dormido en el suelo del depósito con el pequeño Mr Toffee entre brazos. Me acerqué a ellos con sumo cuidado para no despertarlos, ambos se veían muy apacibles.
Sonreí a gusto y me senté junto a ellos.
Decidí estrenar el móvil que madame me obsequió hace días atrás e inmortalicé el momento.¡Quién lo diría! Chase tiene un lado tierno.Mr Toffee era ahora nuestro secreto y el símbolo de nuestra alianza, por primera vez me sentía un poco cercana a él y por desgracia algo en mi interior no quería que ese sentimiento desapareciera jamás.
Veremos qué pasa mañana.

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